Arreglando el cajón de mi escritorio, encontré una reflexión que hace unos años, estando en la dirección de la escuela, llegó a mis manos, hice varias copias y las coloqué, en mi despacho para que los tres directivos a diario la leamos, en la sala de profesores, en la preceptoría y en la oficina de la jefa de preceptores. Aclaro que es anónima. Y si la lees detalladamente, te darás cuenta que el tiempo nunca pasa, siempre está vigente. Que la disfrutes, hoy te la regalo.
Suscitas convicciones personales,
No impones convicciones.
Propones valores que motivan,
No impones conductas.
Enseñas a caminar,
No cuando impones caminos.
Despiertas el coraje de ser libres,
No cuando impones sometimiento.
Fomentas la capacidad de pensar,
No cuando impones tus ideas.
Liberas el amor que acerca y comunica,
No cuando impones el temor que aísla.
Cultivas la autonomía del otro,
No cuando impones autoridad.
Respeta la originalidad,
No cuando impones uniformidad.
Enseñas a buscar la verdad honestamente.,
No cuando la impones.
Formas personas responsables,
No cuando impones disciplina.
Ganas el respeto,
No cuando lo impones autoritariamente.
Estimulas la participación,
No cuando impones el miedo que paraliza.
Muestras el sentido de la vida,
No cuando impones información de memoria.
Educas cuando en tu vida haces presente a Dios.