Un día de catecismo
Caminaban tranquilos por la plaza, los dos niños. Iban a la clase de catecismo.
Estaban a dos cuadras de la iglesia y no resistieron la tentación al pasar frente al pochoclero. Pidieron dos conitos llenos de maníes, bien calentitos y con sus trofeos no dudaron un instante en entrar a la capilla y se sentaron en la última fila.
Mientras la catequista, la Hna. Bernarda explicaba, ellos comían maníes y tiraban la cáscara al piso.
Un verdadero papelón pasaron cuando el Padre Antonio se acercó y les preguntó, quién había ensuciado el piso de la casa de Dios.
Era más que evidente que eran ellos dos, pues en ningún otro lado había resabios de maníes.
Uno de los niños muy compungido le dice al padre, cabizbajo, que él había sido.
El padre, se dirige a otro niño, preguntándole si le parecía bien que su amigo había comido maníes en la casa de Dios.
A lo que le responde, …¡Yo también comí!.
_ Entonces, cuando la Hna. Bernarda termine, se quedarán a limpiar lo que ensuciaron_ le respondió el sacerdote.
Dulces niños,
fuertes tentaciones,
confesar la travesura,
enmendar el error.
Dios sonríe placentero,
ante la música de los maníes,
no vagaban, no robaban,
estaban en su casa,
Dios, …disfruta de la verdad.
Caminaban tranquilos por la plaza, los dos niños. Iban a la clase de catecismo.
Estaban a dos cuadras de la iglesia y no resistieron la tentación al pasar frente al pochoclero. Pidieron dos conitos llenos de maníes, bien calentitos y con sus trofeos no dudaron un instante en entrar a la capilla y se sentaron en la última fila.
Mientras la catequista, la Hna. Bernarda explicaba, ellos comían maníes y tiraban la cáscara al piso.
Un verdadero papelón pasaron cuando el Padre Antonio se acercó y les preguntó, quién había ensuciado el piso de la casa de Dios.
Era más que evidente que eran ellos dos, pues en ningún otro lado había resabios de maníes.
Uno de los niños muy compungido le dice al padre, cabizbajo, que él había sido.
El padre, se dirige a otro niño, preguntándole si le parecía bien que su amigo había comido maníes en la casa de Dios.
A lo que le responde, …¡Yo también comí!.
_ Entonces, cuando la Hna. Bernarda termine, se quedarán a limpiar lo que ensuciaron_ le respondió el sacerdote.
Dulces niños,
fuertes tentaciones,
confesar la travesura,
enmendar el error.
Dios sonríe placentero,
ante la música de los maníes,
no vagaban, no robaban,
estaban en su casa,
Dios, …disfruta de la verdad.
2 comentarios:
HOLA NORMA:
QUE RELATO MÁS BONITO.
DIOS NO SE ENOJARIA CON ESTAS CRIATURAS.
JESÚS DIJO "DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MI".
UN ABRAZO DEL OSO. Montserrat
Una buena enseñanza, ser noble es lo más bello que hay, la mentira no conduce a nada, muy bonito tu relato querida amiga.
Besos
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