Suena el teléfono, suena el teléfono, nadie atiende.
Tampoco responde el contestador.
¿Qué raro?, la tía siempre está.
Llamo a mi primo que vive al lado de mi tía.
Nadie atiende, ¿estarán de vacaciones?
Opto por llamar a mi otro primo, vive en el fondo de la tía.
_ ¡Hola! ¿Quién es?, dice la mujer de mi primo.
_ Soy Norma, ¿cómo están?
_ ¡Ah, Normita!, qué suerte que llamaste.
_ Te llamé, porque me quiero comunicar con mi tía y nadie atiende. ¿ Le pasó algo?
_ ¿ Cómo, no te enteraste?. Ella está bien, está en un hogar de ancianos. El problema es Carlitos.
_ ¿Qué pasó con Carlitos?
_ Falleció el 12 de noviembre pasado.
_ ¿Qué?, ¿cómo?......(llantos)
_ Fue todo muy rápido, se fue de un ataque al corazón, yo estaba tan bloqueada que los chicos se ocuparon de todo y nos olvidamos de avisar a mucha gente.
El relato, me pasó a mí, mi querido primo hermano había partido y no me pude despedir. Seguro que también algo parecido te habrá pasado alguna vez. Plasmé el relato, simplemente, para homenajear y despedir a un buen hombre.
Pasa la vida, nos vamos haciendo grande, nuestros afectos se van mudando al barrio del otro lado de las estrellas, cada vez somos menos. La partida se siente, la ausencia también. Nuestra FE nos hace creer en el reencuentro y en la protección de ellos desde allá.
Por eso, vivamos día a día en paz, en armonía, dando, dando, dando, agradeciendo, agradeciendo, agradeciendo. Olvidemos el pasado, los rencores , los odios, tengamos grandeza espiritual para perdonar y serenidad para aceptar lo que no podamos cambiar, seguro que el Creador nos regalará un día más.