domingo, 16 de noviembre de 2008

Nube

Día claro, esplendoroso, azul.
Mes de setiembre. Mes de los brotes, de las flores, del polen volando en los brazos del viento. Mes de los juegos al aire libre, de las risas frescas y sin culpas.
El niño, Esteban se llama, corre feliz por la grana. Sus rizos negros caen sobre su cara radiante, llena de luz. Rostro de blanca pureza, con pecas traviesas que juegan una dulce inocencia.
Esteban corre detrás de su perra Nube, una collie blanca, enorme para el tamaño del niño. Cuánto amor hay entre ellos.
El brillo de los ojos de Nube muestra la alegría del afecto, de las caricias, de las travesuras que el niño le brinda.
Mes de setiembre, Nube corre, salta una zanja, cruza un puente, detrás, Esteban la sigue, la quiere alcanzar, le grita, le canta, la llama... Nube,... Nube. Esteban está cansado, cae rendido sobre la verde, fresca y blanda hierba. El cansancio le hace brotar lágrimas de sus ojos.
Nube al no ver a su dueño detrás, regresa. Lame el dulce rostro del pequeño como queriendo hacerle olvidar la extenuante corrida. Se coloca a su lado. Niño y perro se miran a los ojos, como si supieran que decirse con la mirada.
Nube se arrodilla sobre sus patas traseras, lo cual le permite al niño subirse sobre su lomo.
... Nube lleva de regreso a Esteban a su hogar.
Este cuento corto es de mi autoría, espero te guste

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