
Había una vez ...
Una familia de arañas, Don y Doña Araña. Vivían en las copas de los árboles.
Sin dudas el preferido era uno, no muy alto, al cual se llegaba subiendo la ladera de una montaña. Desde allí observaban el maravilloso valle verde, el revoloteo de las gaviotas el correr de los bambis, las liebres y los castores.
Don Araña era uno de esos arácnidos un poco peludo, color marroncito, y, Doña Araña era pequeña, color negra y tenía una mancha roja en su cola.
Habían hecho su casita con sus salivas y con mucho amor, la tejieron muy cerrada, así podrían alimentar a sus tres hijitos con las mosquitas que quedasen atrapadas allí. Cuanto más pequeños eran los insectos que cazaban, más tiernos serían como alimentos.
Los hijos, tres arañitas muy pequeñas, que aún se arrollaban a la mamá, que los había depositados por huevos en niditos que parecían de seda.
Un día, la familia araña bajó del árbol y salieron a caminar. Había que estirar las patitas, había que preparar a los hijos para la libertad. Así, llegaron hasta un arroyo, los cinco integrantes de la familia disfrutaron, bebieron y jugaron carreras con las hormigas amigas, también se deslizaron sobre hojas, como si fueran toboganes.
De pronto, el día se nubló y comenzó a llover.
-"Es hora de irse"-, dice papá.
La marcha hacia el hogar se hacía árdua, llovía mucho y la montaña paracía más empinada que otras veces.
-"No se suelten, no se separen"-, decía mamá.
Pero, claro, siempre hay uno que se demora, que queda último y había que esperarlo.
Llovía y llovía, ...cómo se mojaron las arañas.
De repente, fueron arrastradas por el agua, y, se cayeron por la montaña como si fueran simples bolitas. Por suerte quedaron enganchadas entre unas hojas y allí esperaron.
-"Mamá, tengo frío"-
-"Mamá, tengo hambre"-.
-"Papá tengo miedo"-.
Las vocesitas de los pequeños se hacían sentir cada vez más fuerte.
Por suerte, paró de llover y salió el sol.
Se armaron de valor, en fila, uno detrás del otro, comenzaron a subir la ladera de la montaña.
Iban cantando, llenos de alegría, ...volvían al hogar.
"Bichi, bichi araña
subió por la montaña,
vino la lluvia
y se la llevó.
Salió el sol
y bichi, bichi araña
...de nuevo se subió"
La canción se la cantaba a mis sobrinos cuando estaban aprendiendo a hablar y el cuento lo escribí para mi primer sobrina ñieta.
Espero que lo disfruten, si te animás cantala, todos tenemos un niño en nuestro interior.