
Dos cuadras antes de llegar a la oficina una cachorrita dálmata la saludaba con su cola, tendría no más de 5 meses, era una perra de raza aunque su hábitat, la calle. No entendía cómo una perrita de tal porte no tuviese dueño. A la tardecita la volvía a encontrar. Como no sabía su nombre la bautizó "Luna".
Era viernes, próxima a finalizar su jornada se retiró un rato antes, el cielo se había puesto negro, se aproximaba una gran tormenta.
A las dos cuadras encontró a Luna hecha un ovillito, temblando de miedo y de frío. Esta escena la Laura le tocó el alma. No podía dejar a esta criatura tan indefensa a clemencia de una tormenta. Tomó su pañoleta nueva, arropó a Luna y se la llevó a su casa, acurrucada entre sus brazos.
Bañó a la perra, la secó, le preparó algo de comer, carne y leche, ya iría por su comida específica y llamó al veterinario.
Luna le cambió la vida a Laura y a Gustavo, su pareja.
Laura se volvió más alegre, más dinámica, más cariñosa, más comprometida, le habían desaparecido los dolores de los que habitualmente se quejaba.
Todos, amaban a Luna, era cariñosa, demandante, dependiente como todo perro de hocico alargado.
Con su patita pedía salir y con su cola, pedía mimos. Al poco tiempo la conexión se hizo tan profunda que lo único que le faltaba, ...era hablar.
blanca con manchas negras,
de ojos color canela y orejas atentas.
Expresión inocente
rebozas alegrías,
buscas un amo,
buscas una mano,
...que te acaricie,
...que te dé de comer.
Dulce e indefensa criatura
llegaste a nuestras vidas
para darnos placer.
Eternamente agradecidos
a la negra tormenta,
que un bello encuentro nos jugó.
Fiel, guardiana,
nos regalas a diario
...amor incondicional.