martes, 29 de julio de 2008

Historia de amor de dos perros

La presente es una historia real, doy fe, fui testigo de esa historia. Eran mis perritos.
Leroy, nació el 4 de julio de 1983. Me lo regaló una alumna en agradecimiento porque los había acompañado al viaje de egresados. Los chicos los bautizaron con el nombre de Leroy, por el bailarían de la serie de Fama, que pasaban por la tele.
Leroy era juguetón, travieso, gran corredor, siempre contento. Su hábitat era el patio, el garaje, la gran terraza y el lavadero, difícilmente dormía adentro de una pieza. No entraba adentro la casa, llegaba hasta la puerta de la cocina y ahí esperaba. Le gustaba la libertad.
Luego de dos años aproximadamente, y, por pedido especial se apareó con una pequinesa, y fue papá de 8 cachorritos. Nos regalaron una hembrita, a la que le pusimos de nombre Daisy.
Cuánto amor había en esos perros, siempre juntos, jugaban, comían, corrían. Donde iba uno, estaba el otro. Realmente eran la alegría de toda la familia.
Por lo general no salían a la calle, salvo Leroy, que a veces encontraba la puerta abierta y se iba al césped de una vecina. Si cerrábamos la puerta sin darnos cuenta, él golpeaba con su patita.
Un día, encontramos a Leroy muerto en el patio, el veterinario dijo que lo habían envenenado. A partir de ese instante, Daisy pareció enloquecer. Lloraba día y noche, se tiraba de la terraza al tapial, parecía que también quería morir.
Un día, a mi sobrino, abriendo el portón, se le escapó la perrita, en la esquina, se detuvo, miró al niño le movió la colita, miró que venía un colectivo y se tiró abajo. Por supuesto, la pisó. Daisy murió en la veterinaria.
Me queda un consuelo,…según Juan Pablo II los perros tienen un soplo de vida y cuando mueren van al mismo cielo que los humanos. Algún día nos volveremos a ver.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me conmovió muchísimo la historia de amor de Leroy y Daysi, sobre todo porque sé que es verídica.
No dudo de que sea real lo que dijo Juan Pablo II. Los perros tienen una percepción muy desarrollada, que los hace capaces de comprender los estados emocionales de sus amos, de extrañar sus ausencias, de interpretar sus gestos, entre tantas otras muestras, como pueden ser el afecto, la fidelidad, la alegría, la tristeza inconmesurable. Entonces, si tanto pueden dar a un humano...,¿cómo Daysi no iba a dar la vida por un par, con el que comartía la vida? Sí, Daysi seguramente está en el cielo y hoy comparte su vida con Leroy (y con algunos humanos que también le dieron su amor en este mundo, en un cálido hogar del barrio de Caseros...). N.C.